lunes, 15 de agosto de 2011

JOSÉ MARTÍ: PROSISTA, ORADOR, POETA, APÓSTOL, HÉROE


José Julián Martí Pérez: nace en La Habana el 28 de Enero de 1853, y muere en Dos Ríos el 19 de Mayo de 1895.

MARTÍ Y EL MODERNISMO

Durante el siglo XIX la emancipación de las colonias hispanoamericanas, aparejó en ellas la conciencia de su autonomía política y cultural. Hasta entonces América vivía de reflejos hispánicos. En la segunda mitad del siglo, los espíritus más esclarecidos del continente, volvieron sus ojos hasta el resto de Europa, y particularmente a Francia, cuna de los grandes movimientos renovadores. En ésta se habían sucedido, en corto tiempo, el romanticismo, el parnasianismo, el realismo y el simbolismo.
Hacia 1880 aparecen en el continente los primeros síntomas de renovación. Y es precisamente Martí, quien hacia 1877, comienza a manifestarse con una prosa nueva, original, donde la riqueza verbal, la suntuosidad y la policromía, lo aproximan al impresionismo. Parece entonces incuestionable que corresponda al ilustre cubano y al mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, la iniciación de la prosa modernista en América.
Si en la prosa corresponde al autor de Versos Sencillos el nombre de iniciador del nuevo movimiento, en la lírica cabría afirmar su decisiva actitud renovadora. Si bien no introdujo en el verso innovaciones técnicas, puede sostenerse que su poesía trajo un aire y un color nuevo en la lírica de habla española.
Ismaelillo (1882), el pequeño libro de versos -aparecido cincuenta años después que Elvira (1832) de Esteban Echeverría, primera obra romántica nacida en América- señala modalidades poéticas nuevas, y aún audaces. Otra sensibilidad, remozada y ágil, dimana de sus poemas; imágenes nuevas dan una mayor frescura a las composiciones enriquecidas por un vocabulario hasta entonces desusado:
"La risa, como en taza
De ónice árabe,
En su incólume seno
Bulle triunfante":
(Musa Traviesa).
El gusto por las citas extrañas, de nombres exóticos, se advierte ya en algunas estrofas, audaces y novedosas:
"Los persas tienen
Un rey sombrío:
Los hunos foscos
Un rey altivo":
(Mi reyecillo).
Los versos vigorosos donde las imágenes centellean como chispas de fuego, alternan con otros de delicada tersura, donde expresa sus ternezas de padre.
El uso de los colores y su variedad simbólica ya aparece en su breve libro. Véase: hombro blanco, estrellas negras, fulgores de ópalo, nubes rosadas, papel amarillo, verde envidia, etc. Este aspecto ha sido extensa y sagazmente estudiado por Iván A. Schulman, quien expresa: "El papel de Martí como innovador e iniciador en el movimiento modernista, queda acentuado aún más por su empleo de símbolos cromáticos altamente individualistas".
Dijo el eminente crítico colombiano Baldomero Sanín Cano que José A. Silva, el exquisito poeta, percibió en Ismaelillo. . . algo que no había visto en poesía española y americana del siglo XIX. Había en esas pequeñas estrofas un timbre nuevo, una sensibilidad de fineza desconocida hasta entonces en la poesía castellana.
Sin duda corresponde a Martí, en justa reivindicación, el nombre de iniciador del nuevo movimiento en América, no sólo por su prosa, sino también por su verso; de ahí que la crítica le haya reservado el nombre -junto con Gutiérrez Nájera, Julián del Casal, José A. Silva y Salvador Días Mirón- de modernista, y que por su obra ampliamente renovadora, merezcan la categorización de primera promoción modernista. La segunda se iniciará con Rubén Darío y quienes se manifiestan después de 1896, y se proyectará, en forma definitiva, en todo el mundo de habla española.

MARTÍ, HOMBRE MÚLTIPLE

Martí prosista; Martí orador; Martí poeta; Martí apóstol; martí héroe. He ahí la múltiple imagen de quien aunó en su ser designios tan elevados para su patria y para las letras hispanoamericanas.
Su obra asombra, y ella asombra por su magnitud, por su heterogeneidad, por su profundidad, y por su perfección estética. Pocas veces un escritor ha legado a la posteridad una producción tan extensa y variada; variada porque Martí trató los géneros y los temas más diversos. Pero fue en la prensa, sobre todo donde prodigó su actividad: fue editorialista, cronista parlamentario y teatral, crítico de arte, crítico literario, comentarista de asuntos de actualidad y ensayista múltiple.
Sus comienzos literarios, luego de un primer poema publicado (un soneto) -Diez de Octubre- se inclinan hacia el teatro, género que le interesó toda su vida. Da a la estampa, en el periódico La Patria Libre (La Habana, Enero de 1860), su poema Abdala. En España, aún estudiante, compone el drama Adúltera, obra de carácter moral en prosa, donde se advierte la influencia de Echegaray; y por último, Amor con Amor se Paga (México, 1875), pequeña obra en un acto y en verso. Dejó, además, varios bocetos o núcleos de dramas. Y compuso una novela: Amistad Funesta.
En su juventud, publicó en la metrópolis, el folleto El Presidio Político en Cuba (1871), vibrante de ira santa, lleno de fuerza descriptiva, aquéllo que había visto y vivido en carne propia durante seis meses: el suplicio del sol y de los grillos en una cantera.
Fue un periodista de notables condiciones; documentado y gallardo en el lenguaje, donde su prosa a veces vibra y restalla en mil chisporroteos, otras se torna delicada y diáfana, cual tersa poesía. Hizo del periodismo un oficio de elevada dignidad: "La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo".
En la crítica literaria advertimos un profundo conocimiento y un exquisito y refinado gusto. Su espíritu generoso lo llevó más a alabar que a criticar. En todos sus trabajos -aun los de índole histórico- cuando trata personajes célebres (Páez, Bolívar, Heredia), prefiere dejar en la penumbra los errores de quienes, como el sol, dieron más luz que sombras. Prefiere el elogio entusiasta, exaltado, a la crítica: "Suelo ser caluroso en la alabanza, y no hay cosa que me guste como tener que alabar; pero en las censuras, de puro sobrio, peco por malo". Y agrega en otro momento: "Cuando tengo que decir bien, hablo. Cuando mal, callo. Éste es el modo mío de censurar".
Martí cultivó también en forma magistral el género epistolar. En su correspondencia -abundante y bella- trató múltiples temas. Así hallamos cartas políticas, literarias e íntimas. Sin duda, éste fue el medio más adecuado para su espíritu combativo, exquisito o tierno.
A propósito de la campaña heroica que emprendió por la liberación de su patria, dijo a su discípulo dilecto Federico Henríquez y Carvajal desde Montecristi, el 25 de Marzo de 1895: "Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria no será nunca un triunfo, sino agonía y deber. Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio; hay que hacer viable e inexpugnable a la guerra: si ella me manda, conforme a mi deseo único, quedarme, me quedo en ella: si me manda, clavándome el alma, irme lejos de los que mueren como yo sabría morir, también tendré ese valor". Y en la última carta a María Montilla, fechada en Cabo Haitiano el 9 de Abril de ese año, dirá con ternura íntima a la niña que quiso como hija: "Y mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del mundo, en saber, en querer -en saber, para poder querer-, querer con la voluntad, y querer con el cariño? ¿Se siente, amorosa, junto a su madre triste? ¿Se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser igual o superior a los que vengan luego cuando sea mujer, a hablarle de amores, a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática?".
Su epistolario refleja, cabalmente, cómo se expresaba el Apóstol en la intimidad, ya tierno y delicado, ya vehemente y estremecido, ya con galana y exquisita sensibilidad.

EL PROSISTA

La producción de Martí abarca la labor de un hombre consagrado, desde su más temprana juventud (1869) hasta su muerte (1895) a una doble actividad: la acción revolucionaria por la independencia de su patria; y la creación literaria. Veintiséis años de vida activa y creativa. Pero la labor creativa no es siempre pura labor de escritor; ella responde, muchas veces, a una literatura militante, proyectándose ésta, en la gran constante de su vida, de la que dio inexcusable testimonio con su sacrificio voluntario en la acción de Dos Ríos: la independencia de Cuba. A este tema, y a la unidad hispanoamericana, consagró sus energías con prioritario designio de hombre y de escritor: sus varios volúmenes así lo atestiguan.
El hispanoamericanismo de Martí nace en México, y se afirma en Guatemala y en Venezuela.
Su ensayo Nuestra América ("El Partido Liberal", 30 de Enero de 1891), tan difundido dentro de su obra, es punto básico para estudiar y conocer las ideas latinoamericanas del Apóstol.

EL ORADOR

Martí fue un orador excepcional: brillante y conceptual, y como orador, más que como poeta, lo admiraron sus contemporáneos. Hizo del género oratorio, arma vibrante de su acción revolucionaria, conjuntamente con su prosa. Muchos de sus magníficos estudios, están expuestos en forma de discursos, como el político-literario sobre Heredia, o la semblanza, también estupenda, sobre Bolívar; llena de fuerza, rebosante de imágenes y metáforas fulgurantes, que perfilan con vigor, la personalidad de El Libertador.
La oratoria de Martí -dice Max Henríquez Ureña- era netamente visual: un relampagueo de imágenes señala sus períodos estupendos. Sus palabras valen más por lo que sugieren que por lo que dicen literalmente.
Su palabra electrizaba, pues a sus recursos naturales, aunaba riquísimos y variados elementos propios del lenguaje, como la metáfora, el símil, los arcaísmos, los neologismos, etc.
Por excepción componía íntegramente sus discursos; su verbosidad, rica y conceptual, unida a su gran cultura, le permitían improvisar muchas piezas, algunas de las cuales, no obstante este carácter, han llegado hasta nosotros íntegramente. Poseía un sentido armonioso y musical, que sabía comunicar a sus períodos oratorios magnífica belleza.

"LA EDAD DE ORO"

En 1889, funda Martí una revista destinada a los niños e íntegramente redactada por él: La Edad de Oro, cuyo primer número -en un total de cuatro y a uno por mes- apareció en Julio, y el último en Octubre. Con el fin de formar hombres del porvenir, el Apóstol difunde desde estas páginas dedicadas a los seres menudos,
sus conocimientos bella y accesiblemente impartidos -publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América- como él la llama.
Por su carácter de revista, posee una aparente discontinuidad en los temas y en los géneros. La Edad de Oro contiene prosa y verso, cuentos propios y ajenos y artículos de información que buscan la formación del hombre futuro.

EL ESTILO

El estilo de José Martí, revela claramente su personalidad vibrante, nerviosa, pujante, donde volcaba su alma con intensidad asombrosa.
Fue un profundo conocedor de la Literatura y la lengua española, que estudió en su juventud y ahondó en su madurez. Su prosa era gallarda, y aun poética en los trabajos de la más diversa índole. Se preocupaba por decir las cosas bien y bellamente, sin olvidar las reglas básicas de la gramática. Sus frases eran relampagueantes, ligeras, compactas y rebosantes de belleza. A veces sus oraciones son largas y ricas en contenido, otras breves y densas como aforismos.
Su estilo está formado, fundamentalmente, por series de oraciones yuxtapuestas o coordinadas por las conjunciones y u o. Con los años, su medio expresivo fue tornándose más prieto y conciso. Su vocabulario fue riquísimo; riqueza que alcanzó no sólo por sus lecturas de los escritores españoles, sino también por sus traducciones, de donde adoptó nuevos términos, y creó otros para embellecer su lenguaje.

EL VERSO

Martí publicó en vida sólo dos libros de versos: Ismaelillo (1882) y Versos Sencillos (1891); otros poemas suyos aparecieron en La Edad de Oro (1889). Sus versos libres fueron editados después de su muerte.
En su testamento literario dirá a su albacea a propósito de su lírica: Y de versos podría hacer otro volumen: "Ismaelillo", "Versos sencillos", y lo más cuidado o significativo de unos "Versos Libres" que tiene Carmita. No me los mezcle a otras formas borrosas, y menos características.
Tres libros de poesía, según su voluntad, constituye lo esencial en este género. Otras composiciones juveniles o de etapas posteriores, fueron desechadas por Martí, quien no las consideró suficientemente sazonadas.
El autor de Ismaelillo expresó en múltiples ensayos su concepto sobre la poesía. Estas ideas pueden estudiarse, fundamentalmente, en su carta-introducción a las Poesías de José Joaquín Palma, su discurso sobre Heredia, sus dos trabajos sobre Francisco Sellén, su semblanza sobre Julián del Casal, y su estremecido prólogo al libro Los Poetas de la Guerra. Pero aun en otros escritos -entre ellos el de Walt Whitman y parte de su correspondencia- pueden rastrearse sus ideas poéticas.

(Información extraída del libro "José Martí: Poesía - Prosa". Prof. Antonio Seluja Sesín).

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